Una dama elegante

 

La recogí en la parada del aeropuerto. Antes incluso de indicarme la dirección del hotel al que debía llevarla, creí descubrir a través del retrovisor una verdad en sus ojos que su charla fluida confirmó durante el trayecto. Volvía para afrontar algo que muchos años atrás dejó pendiente. Bajo su aspecto de dama elegante supe reconocer al hombre que fue y posiblemente nunca se sintió. El destino al que la conduje fue distinto al esperado. Detuve el taxi ante el lugar donde ella descansa entre cipreses. Allí podría restañar la herida de silencio que dejó abierta y explicarle a la mujer que siempre le amó incondicionalmente, por qué nos abandonó.

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