Hermanas

Aunque dicen que al nacer éramos idénticas, mi hermana no tardó en convertirse en la preferida de mis padres. Desde muy pronto se empeñó en destacar. Con apenas un año ya hablaba correctamente, a los tres manejaba el cálculo y a los cinco, tocaba el piano con increíble destreza. Yo, en cambio, por más que me esforzaba, no conseguía ser más que una niña normal y triste, que crecía eclipsada por ella.

    Aquel día en que los médicos no pudieron salvarla pensé que por fin mis padres empezarían a prestarme más atención. Me equivoqué. Ellos han seguido tan apegados a su niña prodigiosa que la mantienen a toda costa presente. Ocupado por los recuerdos, su cuarto permanece intacto, conserva su sitio en la mesa y su plato en el mantel y hasta los largos silencios de nuestras tardes se llenan con las dulces habaneras que nos dejaron sus manos musicales. Yo, en cambio, deambulo por la casa más ignorada que nunca gracias a ella que, siempre empeñada en anularme, ha conseguido que todos crean que fui yo la que en realidad murió en lo que convinieron en calificar como desgraciado accidente.

Publicado en estanochetecuento.com
Foto: Pixabay

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