Caídos del cielo

Fue una mañana de domingo. Por un desconocido fenómeno cósmico, una lluvia de ángeles se desencadenó sobre la ciudad. Algunos eran rubitos y lechosos como gustaban a Murillo, otros morenitos y tiernos al estilo Machín, todos con alas que ya no volaban pero que les sirvieron para planear, evitando así estamparse contra el suelo.

    La población conmovida ante la divina inocencia de tan hermosas criaturas, no tardó en movilizarse y pronto todos encontraron un hogar. Adoptados como hijos fueron recibiendo una esmerada educación en valores y buenos modales y paralelamente, por el mero contacto con los mortales, un completo máster en hipocresía, odio, envidia, egoísmo y demás componentes de la más genuina maldad.

    Alcanzada la adolescencia, aquellos niños que llenaron de candor la ciudad desaparecieron de forma tan súbita como llegaron.  Dicen que alguien los vio adentrarse en la gruta conocida como “Boca del Infierno” y que desde lo más profundo de la misma llegaron los ecos de su fiesta de graduación como ángeles caídos.


Publicado en estanochetecuento.com

(Foto pixabay.com)

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