Reencuentros


 
Desde el primer momento sentí que algo nos unía a pesar de tener tan poco en común. Sin otro afán que el de no precipitarme, me tomaba el tiempo con sosiego, consumiendo sin apremio cada hora y añorando impenitente tu regreso. Tú en cambio, víctima de la impaciencia e incapaz de detenerte por un sentido del deber que te impedía el reposo, me hiciste asumir que no podría seguirte, que tu vocación por la prisa era incompatible con la calma a la que yo me aferraba. Con total resignación, nos conformamos con los dulces instantes compartidos antes de tener que separarnos de nuevo. Alegre y triste el reencuentro con sabor a despedida, vivimos el sinvivir de los amantes fugaces con apoyo en la certeza de volver siempre al abrazo. Y ahora, roto el corazón de nuestro común latido, somos las dos manecillas que tanto se echan de menos paradas en las nueve y cuarto de la esfera del reloj.

Escrito para esta noche te cuento

(Foto Pixabay)

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