No hay día que me resista a hacer alguna compra por
internet. Al principio era reacia, pero me quedé tan vacía cuando él escapó de
mi lado, que perdí las ganas de vivir. Incapaz de salir a la calle pero decidida
a superar mi dependencia emocional, recurrí al comercio electrónico y encargué
un manual de autoayuda. Ahí empezó todo. Ya no pude parar. Productos
cosméticos, lencería fina, vestidos escotados y hasta un juego de sábanas de
delicado satén. He convertido mi puerta en un permanente punto de entrega
convencida de que algún día volverá el primer repartidor, aquel que me dejó con
el libro la sonrisa que ha dado un nuevo sentido a mi vida.
Relato distinguido con una mención en el X Concurso de microrrelatos "Realidad ilusoria"
Ilustración: Pixabay
2 comentarios:
Como siempre, genial
Me ha gustado mucho , felicidades
Publicar un comentario