Pueblo blanco

Cuando los hombres marchaban a trabajar, las mujeres se quedaban cuidando de la casa y encalando sus fachadas, siempre luminosas. Al final de la jornada, los hombres regresaban agotados, besaban a sus hijos y cenaban sopa caliente. 
    Todo cambió cuando en el colmado se vendió el gordo de Navidad. Ellos dejaron de madrugar e hicieron de la taberna su cuartel general, mientras ellas seguían a cargo del hogar y del fulgor de sus fachadas. 
            El día que los maridos decidieron permitirse una escapada al club de carretera, no encontraron el pueblo al regresar. Las mujeres lo habían pintado de negro y así lo mantendrían hasta que las cosas empezaran a cambiar.


Foto: Pinterest.com

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