Un pellizco de emoción

No era una pareja al uso. Teniendo claro que su peor enemiga era la rutina, siempre trataban de arrancarle a la vida un pellizco de emoción. Esa noche quisieron celebrar su aniversario en aquel restaurante y no se quedaron cortos a la hora de elegir lo mejor de la carta. Terminaron la cena brindando con champán francés antes de levantarse y salir corriendo sin pedir la cuenta. Perseguidos por el camarero, consiguieron llegar al coche y arrancar rebosantes de excitación. En la mesa que habían ocupado quedaba un sobre con el importe de lo consumido y una generosa propina.

Foto Pixabay

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