Paseábamos una
noche de verano por una calle ancha del Barrio de Salamanca. Alguien, que venía
tirando de su pequeña maleta, nos paró para preguntarnos
con acento italiano, si podíamos indicarle algún hotel cercano. Mi
acompañante, que conoce la zona, contestó sin dudarlo:
- No,
por aquí no hay hoteles y además son todos muy caros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario