El retrato del abuelo

           El abuelo un buen día se encargó un retrato y decidió quedarse a vivir en él. Desde entonces la abuela, por no estar sola, va con el cuadro por toda la casa. Lo mismo lo pone a la mesa a la hora de comer, que le lee las viejas novelas de Marcial Lafuente que él guardaba o, ya por la noche, lo acomoda junto a ella en el sofá mientras ve televisión y luego se lo lleva a dormir. Nunca se separa de él, salvo cuando, alguna que otra vez, recibe a aquel viejo novio. Sólo entonces, antes de perderse con su visitante pasillo adentro, deja al abuelo un ratito en el suelo del comedor, cuidadosamente apoyado de cara a la pared.

(Premio al mejor microrrelato en el III Concurso Literario de la Casa de Aragón en Madrid. Abril 2017)

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