Un encargo peculiar


Llevaba tanto tiempo sin clientes en mi despacho que ya casi ni aparecía por allí. Amenazado por los números rojos, tuve que aceptar el encargo más extraño que nadie me hiciera desde que empecé a ejercer como detective privado. Alguien me mandaba un sobre sin remite con unos cuantos billetes de veinte pavos a modo de provisión de fondos. Se trataba de vigilar al tipo de la foto adjunta en cuyo revés se habían reseñado unos datos de localización tan escasos como innecesarios, porque se trataba de mí mismo. Me lo tomé como un reto personal y me puse sin demora a la tarea. No fue difícil localizarme y empezar a seguirme discretamente, aunque cuanto más información iba recopilando sobre mi, menos entendía a quién podría interesar un tipo tan gris y mediocre cuya vida anodina no daría ni para un microrrelato. Fue, sin embargo, al descubrir que él y mi chica aprovechaban el tiempo que yo pasaba ausente para encontrarse en mi apartamento, cuando entendí quien estaba, en realidad, detrás de aquel peculiar encargo y tuve la certeza de que esta historia estaba irremediablemente abocada a tener un mal final.


(Foto Freepik)




1 comentario:

Beatriz dijo...

Me gusta mucho tu microrrelato. Creo que está muy acertada la mezcla que haces entre realidad y ficción