Rezos

Cada vez que nuestro padre marchaba camino del puerto pesquero, presto a hacerse a la mar, mamá se quedaba rezando en su retablillo doméstico con todas las velas encendidas. Mi hermano y yo no entendíamos como llevándose tan mal como se llevaban y después de decirse las cosas que se decían, ella mostrara tanta preocupación cada vez que él se embarcaba. Sin embargo, cuando aquella tormenta nos dejó la certeza de que papá ya no volvería, la escuchamos, más contenta que nunca, dar las gracias por haber sido atendida, a todos los santos de su devoción.

Escrito para estanochetecuento.com

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