Hay fronteras que se alzan en menos de lo que tardas en
recorrer cinco estaciones. Cuando llegué a mi destino, una multitud enardecida
proclamaba consignas de una patria inventada. Habían declarado aquel territorio
de límites inciertos, república independiente del resto del mundo. Yo, de pronto
extranjero en el barrio en que nací y en el que siempre vivieron mis padres, me
vi forzado al desarraigo, e indefenso, tuve que subirme a otro metro que me
llevara de regreso al país que siempre fue de todos, también de ellos, a
esperar que volvieran tiempos de cordura.
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