Dátil



Otra vez la misma pesadilla. Voy subiendo las escaleras con el pedido de Doña Paulina. Cuando llego ante su puerta enorme de casa antigua, hago sonar la voz cascada del timbre. Ella me abre y pide que deposite mi carga en el suelo del comedor. La casa huele a naftalina y a orines de gato. A continuación, con sus manos de vieja que parecen hechas con la piel de un pollo, abre el cajón del aparador y saca un dátil y unos cuantos billetes que yo acepto sabiendo que su valor excede en mucho al importe del encargo. Sin pedirme permiso, introduce el dátil en mi boca que lo recibe con repugnancia y sumisión.  Mi saliva se hiela con el frío que sus dedos han dejado en el fruto ambarino y blando. Empiezo a masticarlo con lentitud y desgana. Su textura pastosa se desangra dulzona en mi lengua y llega a confundirse con la lengua invasora con la que ella juega a arrebatarme la semilla, entre pequeños desencajes de dentadura postiza. Es entonces cuando sobresaltado, despierto en una penumbra de persianas bajadas. A mi lado, su roncar satisfecho y en el aire, el olor de su aliento pegajoso y marrón. 


(Un relato con un máximo de 200 palabras inspirado en el color MARRÓN para estanochetecuento.com)

Este relato resultó "mencionado" por el jurado.

Foto Freepik.es

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