Suena el despertador. Todo previsto. Cuarto de baño. Veinte minutos y ducha.
Cocina. Diez minutos y café. Anudarse la corbata como conexión con la vida
hacia los otros. Toque de colonia y último vistazo en el espejo. Cerrar con
llave. Casa vacía. Camino de la estación. Tren de cercanías a la hora de
siempre. Las mismas caras y algunas nuevas. Rutinarias todas. Vagón repleto.
Nadie habla. Expresiones ausentes. Algunos leen. Otros dormitan. Estación de
destino. Los vagones van quedando vacíos para llenarse de viajeros que llevan
el camino inverso. Autobús ahora. Más gente. Sexta parada. Muchos bajan. Casi
todos se dirigen al mismo semáforo. Esperan. Al fin verde. Todos cruzan.
Dispersión. Breve paseo a pie. Control de entrada. Sin imprevistos. Fichar de
los primeros, como de costumbre. Ascensor y pasillo. Breve saludo a los pocos
que ya están en sus puestos. En la mesa de trabajo los papeles esperan en un
orden que sólo él conoce. Conectar el ordenador. Abstraerse. Datos. Lenguaje
técnico. Llamadas frías. Trato correcto. La hora del café. ¡¿ya?!. ¿Qué tal el
fin de semana?. Bien. Estuvimos fuera. En casa de unos amigos, en la playa. Por
ahora estamos bien así.Ya veremos. Objetivo: parecer un hombre normal.
Cualquier cosa menos mostrarse abandonado. Vuelta al trabajo. Documentos nuevos
sobre la mesa. Examinarlos. Clasificar. Tiempo para almuerzo. Hora y media.
Excusa para desaparecer. Desaparición. ¿Dónde? Hora y media. Vuelta al trabajo.
Jornada de tarde. Sin pausas. El tiempo vuela cuando hay mucho que hacer. La
hora de irse llega demasiado pronto. Siempre queda algo inacabado. Mañana será
otro día. Toca vida familiar. Autobús y tren. Llave y puerta. Casa vacía.
Corbata desanudada. Televisión encendida….
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