Se encuentran, de vez en cuando, en un discreto hotel de
carretera. No se hablan. No se cuentan nada. Entre el vértigo de la
transgresión y el regusto de lo clandestino despiertan a una pasión capaz de
disolver cualquier prejuicio. No hay resistencia, ni búsqueda de explicaciones.
Cuerpos y Piel. Luego, con el deseo ya
cumplido, abandonan sigilosamente el edificio, cada cual por su lado y
regresan al hogar común donde, como si nada hubiera ocurrido, vuelven a
encontrarse para seguir con su rutinaria vida matrimonial.
1 comentario:
¡Demonios! ¡Me encantó este microrelato!
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