Dejan sus tres pares de zapatillas perfectamente alineadas al
pie de sus camas esperando recibir los regalos, tal y como vienen haciendo en los
últimos años, desde que, vencidos por la edad, se adentraron de nuevo en la
infancia perdida. Y al despertar encontrarán esos detalles sencillos y soñados
por ellos, que al final de tan largo recorrido no son más que tres pobres ancianos
desorientadas en su lejano oriente, que seguramente siempre anhelaron esos
juguetes que nunca pudieron quedarse y que ya sólo sirven para que los nuevos
Reyes Mayos que tomaron su relevo en la era tecnológica, traten de devolverles,
en clave de nostalgia, un mínimo de tanta ilusión repartida en otros tiempos.
Nota: ¿Cómo se me ha podido ocurrir semejante ñoñería?
No hay comentarios:
Publicar un comentario