Le regaló un método de hipnosis y se ofreció para que practicase con ella.
Así, él ha descubierto una insospechada capacidad para influir en su voluntad y conseguir
de ella lo que jamás hubiera podido esperar de una señora de su condición. Al
terminar la sesión, antes de sacarla del trance, sin poder evitar sentirse
mezquino, le ordena que se vista y que nada recuerde. Pero ella, si bien se
siente exculpada de todo pecado, no está dispuesta a olvidar en su fuero
interno que es un tipo despreciable capaz de aprovecharse de tal manera de una
indefensa mujer decente.
El jueves han quedado para seguir practicando.
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