Necesitará unas cuantas frases para escribir su carta de despedida y apenas
unos pasos para alcanzar la ventana, que abierta, la incitará a escapar de
tantos años de desamor y maltrato. Subida ya al alféizar, mirando hacia abajo, dará
un salto decidido y se dejará caer como cae una lágrima. Al segundo siguiente estará de pie, sobre el
césped del jardín que rodea su espléndida casa y allí, como otras veces, se tenderá imaginando que
está muerta y que su alma, libre al fin, asciende por un túnel hacia una luz
acogedora y un amor infinito.
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