Deja la
ambigüedad flotando en el aire, una cama revuelta y una mujer llena de
incertidumbre. Es la forma que él tiene de vivir sin ataduras. Esta vez ella no
le hará preguntas, ni intentará arrancarle un compromiso o una definición de lo
que hay entre ellos. Simplemente y como
de costumbre, le ofrecerá un café sin azúcar que hoy tendrá un ligero punto más
amargo y le despedirá conquistando al menos la certeza de no volver a verle.
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