Habitación en Nueva York



Hay un silencio del que no hablan. Él esconde su mirada en un periódico que quizás no lee mientras ella parece querer escapar jugueteando con las teclas de un piano que nunca ha sabido tocar.

          Saben que están ahí, pero intentan ignorarse o tratan de ignorar ese momento tenso de estar juntos sin tener nada que decirse.

          Por la ventana abierta llega el sonido del tráfico y de la gente que transita la noche recién caída sobre Nueva York, sin que ese vibrar de la calle consiga enmascarar la soledad que habita entre ellos, incapaces siquiera de decirse que ya no tiene sentido compartir un mismo espacio.

          Detrás, la puerta cerrada parece una esperanza, la posibilidad de que algo ocurra. De que un extraño momento mágico haga retroceder el tiempo y de nuevo vuelva a abrirse para que entren ellos como fueron antes, pletóricos y felices, dispuestos a entregarse jubilosos un futuro en común.














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