La vecina del ático cuelga de su tendedero en el ojo patio del bloque, muñecos ahorcados con agujas clavadas.
La vecina del segundo le dice a la del cuarto que la del tercero asegura que representan
amantes castigados por no haber dado la talla a esa mujer de hechuras
llamativas y moral tan dudosa. Todas evitan comentar, sin embargo, los dolores
punzantes que vienen padeciendo sus maridos desde poco después de que, la muy bruja, viniera a alterar con sus extraños manejos, la tranquilidad del edificio.
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