Mamá

Sólo quería desaparecer. No estar y que no quedara memoria de ella. La noche anterior los había escuchado discutir. “Con mamá hay que hacer algo. Su pensión no da para una residencia y yo no puedo ayudar económicamente”. “Yo tampoco puedo hacerme cargo de ella. Mi vivienda es pequeña y sería imposible acogerla allí”… Discutieron tanto que al final no quedó más que ese silencio de casa deshabitada de vida en la que hacía ya mucho que dejaron de sonar risas infantiles o llamadas en la noche reclamando a mamá. ¿Quién la necesitaba ya? Por eso decidió marcharse y sin nada a cuestas, comenzó a perderse por la oscuridad del largo pasillo que partía del dormitorio y en cuyo final empezaba a vislumbrarse una luz de amanecer. Dejaba atrás su propia historia, sus recuerdos y todas sus cosas, incluso aquellas que había conseguido retener de un tiempo que se le escapó. Por no llevar, ni siquiera se llevó el cuerpo que quedó inerte sobre su cama, cada vez más fría. 

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