Una pareja feliz

           Cuando nos fuimos a vivir juntos ella se trajo a su gata y yo a mi perro. Al principio temimos que la relación entre ellos fuera complicada y la verdad que en un primer momento les costó reconocerse, se miraban con recelo y se pasaban el día guardando sus distancias, pero poco a poco empezaron a aceptarse y a compartir el mismo espacio y los mismos juegos. Hoy se han vuelto inseparables y da gusto verlos quererse. Mientras, nosotros hemos ido pasando de la alegría de estrenar un paraíso montado con muebles de Ikea a construir un purgatorio cotidiano con demasiadas noches durmiendo espalda contra espalda. Finalmente hemos tenido que admitir que somos incompatibles, aunque, mirándolos a ellos, también incapaces de romper una pareja tan feliz.

No hay comentarios: