Vaticinio

        “No hay que oponerse al destino”, dice la echadora a su cliente antes de pedirle que corte con la mano derecha. Luego despliega las cartas sobre la mesa formando un abanico multicolor y le cuenta todas esas cosas que, a fuerza de venir a la consulta, ya les suenan a los dos. Por fin llega ese momento especial en el que ella le mira tiernamente y asevera con rotundidad que los arcanos vuelven a mostrar una mujer cercana que le traerá felicidad y a la que tiene que descubrir. Muy cercana. Él inmediatamente piensa en esa chica del delantal que siempre la abre la puerta con una encantadora sonrisa. Quizás hoy, antes de irse, se atreva a preguntarle que cuando libra.

1 comentario:

Luciano Montero dijo...

Pobre adivina, no le funcionó el truco. Ingenioso, me gusta.